De “Si tu logística es verde, te compro” a una crisis energética que no nos deja alternativa

La gestión de la cadena de suministro está evolucionando a ritmos vertiginosos. La tecnología y las exigencias tanto de administraciones, como de usuarios finales y medioambientales, nos obligan a tomar caminos en los que es necesario posicionarse y donde la competencia se vuelve cada vez más feroz.

Pero no cabe duda de que esa evolución, que a menudo es una fantástica oportunidad para poner sobre la mesa todas las herramientas de las que disponemos, y utilizarlas para ser cada vez más competitivos en el mercado, también puede resultar aterradora si se dilata en el tiempo.

La crisis energética es una de esas variantes que está acorralándonos con fuerza y ante la que debemos dar una respuesta a la altura. Donde antes era el consumidor final el que nos instaba a poner en práctica los modelos logísticos más sostenibles, ahora es la propia situación la que nos obliga.

No es un secreto que nos encontramos ante un desafío muy complejo. Tampoco lo es que este reto no solo aplica a las empresas de logística y transporte o a los departamentos de cadena de suministro, sino a todas las industrias.

Este conflicto nos lleva a encontrar un importante y peligroso desequilibrio entre la oferta y la demanda de energía. Los suministros de ciertas materias primas son muy escasos y la falta de disponibilidad de petróleo, electricidad y otros recursos naturales, genera un impacto económico que pocos mercados pueden soportar.

Como drivers para sobreponernos a esta situación, en el sector logístico se están planteando diversas alternativas. El Plan RePower es una de esas iniciativas que, lanzada por la Comisión Europea durante el Q2 de 2022, incluye como objetivos la obtención de 10 millones de toneladas de hidrógeno de fuentes renovables producidas en Europa y la importación de fuentes para sustituir el carbón, el petróleo y el gas en algunos sectores de la industria y el transporte de cara a 2030. 

Desde CEL siempre hemos instado a nuestros socios a analizar, estudiar y valorar muy positivamente la implementación de medidas que faciliten el uso de energías renovables como forma de compensación al impacto que genera nuestra actividad.

Sin embargo, cabe en este caso ser honestos y reconocer que estamos ante una situación que impide que esta sea una alternativa, pasando a ser casi una obligación.

Algunas de las principales tendencias son la energía fotovoltaica, que ha crecido significativamente en los últimos años representando más de la mitad de los 302 GW de capacidad renovable instalada a nivel internacional en un año; el uso de vehículos terrestres (en lugar del transporte aéreo) y la imprescindible presencia de la intermodalidad; o el empleo de iluminación LED, que aseguran ahorros de consumo entre el 50% y el 70%.

El uso de estos elementos impulsará de inmediato la competitividad de nuestras empresas y, por ende, la del país. Posicionando la innovación, la tecnología, el desarrollo y la sostenibilidad, como claves empresariales.

Sin duda, para impulsar el cambio, es imprescindible replantearse toda esta corriente desde el punto de vista del talento. ¿Necesitaremos reeducar? ¿desaprender? ¿formarnos? ¿actualizarnos? ¿captar nuevo talento? De eso trata nuestro número 91 de LogiCEL, de encontrar en las personas y en su desempeño, la clave para transformar una industria.


Ana I. González, presidenta del Centro Español de Logística.

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